domingo, 15 de enero de 2017

INTELIGENCIA EMOCIONAL

Como seres humanos, tenemos el compromiso propio y con la sociedad de desarrollar nuestra inteligencia emocional, y es que nuestras emociones no siempre van a nuestro favor. El punto de desequilibrio ocurre cuando emociones como el miedo, la ira o la tristeza, tan necesarias para la supervivencia del ser humano, nos desbordan y nos impiden realizar aquello que realmente queremos.

¿Cómo influye ese desconocimiento emocional en niños y adolescentes?
Muchos problemas de conducta y bajo rendimiento académico tienen su origen en problemáticas de tipo emocional y no en falta de capacidad cognitiva. Además de desarrollar la capacidad cognitiva en niños y adolescentes, la inteligencia emocional hay que educarla y desarrollarla desde pequeños. Que el ser humano aprenda la capacidad de regular sus emociones, saberlas expresar y servirse de ellas para sentirse mejor, es imprescindible para convivir mejor con los demás y consigo mismo.
Las emociones afectan al aprendizaje. Muchos jóvenes se pueden bloquear por una ansiedad o nervios ante un examen y no poder demostrar lo que saben; otros tienen miedo a una asignatura o escuchan rumores sobre algún profesor y se enfrentan a su aprendizaje de forma deficitaria. Es decir, hay mucha interferencia de las emociones en la conducta y en el aprendizaje. Pero dándoles herramientas para conocer sus emociones y manejarlas se evitarían algunos problemas.
Otro ejemplo sería el bullying. No solo hay que trabajar con el niño que utiliza comportamientos violentos para humillar o maltratar a otros (acosador); también hay que fortalecer al niño acosado, dándole herramientas para manejar esas situaciones, generando en ellos la resiliencia, la capacidad de enfrentarse a situaciones difíciles.
Nuestros adolescentes al poner en práctica estas herramientas de manejo emocional y ver que les funcionan, las mantendrán y ellos mismos se motivarán y las convertirán en un hábito.



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